Adaptación de :
Amélie Caillaux
Psicóloga y Psicoterapeuta
CPSP – 38871
Hemos tenido un 2020 sumamente intenso, que se ha caracterizados por estar cargado de incertidumbre y muchos cambios a los que todos nos hemos tenido que adaptar. No podemos dejar pasar por alto que las emociones jugaron un rol crucial este tiempo, no sólo en lo que respecta al estado de ánimo, sino que además en torno a cómo nos relacionamos con otros y a la disposición con la que uno se enfrenta a nuevos aprendizajes (ya sean académicos o en las dinámicas de convivencia).
Nombrar la emociones y aceptar que están presentes, es una herramienta útil para poder manejarlas mejor, tanto las emociones positivas como las negativas, sin necesidad de opacar o castigar a las que no nos gustan tanto. Las emociones positivas, como la alegría, por ejemplo, pueden ser reforzadas en términos de gratificación, nombrarse y decir en voz alta lo bien que se siente cuando se comparte en familia, cuando se disfruta al aire libre un día de descanso o esa sensación de satisfacción luego de una tarea cumplida.
Las Pataletas
Las emociones más negativas o desagradables que los niños no logran tramitar o elaborar mentalmente de la mejor manera, suelen desencadenar en pataletas o en los comúnmente conocidos berrinches. Es importante resaltar que, por más intensas, incómodas y desagradables que sean, las pataletas son una manifestación normal del desarrollo, sobre todo cuando se trata de niños pequeños entre los 2 y 5 años de edad. En este período los niños todavía no tienen las herramientas cognitivas ni afectivas necesarias para regular sus emociones, tampoco son capaces de entender con claridad lo que sienten, por lo que les resulta mucho más complejo controlar su impulsividad. Esto no quiere decir que no debamos ayudarlos a corregir estas pataletas, sino más bien que debemos estar cerca para permitir que puedan aprender de nosotros maneras más saludables de expresión, y con esto puedan ir entendiendo qué es lo que les pasa para lograr controlar sus impulsos de una manera más eficaz. Todo esto dependerá principalmente del manejo que los pares y adultos del entorno puedan mantener con constancia, así como la posibilidad de brindar una contención clara que incluya el equilibrio entre cariño y firmeza.
Algunos pasos básicos para abordar una pataleta o berrinche deben incluir:
- La posibilidad de transmitirle al niño/niña que “los gritos no funcionan” y que debe calmarse para poder llegar a un acuerdo. Pueden decirle que acuando esté más calmado avise para conversar. – Darle un espacio para que se tranquilice y avisarle al niño/a dónde lo van a esperar. Como adulto, hacer uso de ese periódo de tiempo para respirar y entrar a acompañarlo a salir de este estado más tranquilo sin necesidad de gritar.
Si se demora pueden llamarlo a la calma diciendo algo así como “voy a estar acá, esperando a que te calmes.” – Una vez que esté más calmado/a es cuando se puede empezar a poner palabras a sus emociones. Es importante agacharse a su altura antes de hablar: “Sé que estás molesto porque querías comer más postre pero no se grita”. – Luego, darle una opción adecuada para resolver el incidente: “Si lo que querías era más postre puedes decirlo sin gritar, otro día puedes comer otro postre pero hoy ya comiste dulce, yo te estoy cuidando y los gritos no funcionan.” – Finalmente, una vez calmados es importante pasar la página, darle un abrazo y cerrar el tema.
Probablemente algunas veces la solución no será tan fácil como en este ejemplo, pero siempre es importante explicarles aunque el motivo que inició la pataleta no tenga solución: “Yo sé que querías más postre, pero no te hace bien y yo te cuido. Otro día te compro otro, pero aunque te molestes conmigo y grites siempre te voy a cuidar.”
La Ansiedad
Los niños viven las emociones en el cuerpo, es decir, a nivel visceral, por lo que es normal que no logren comprender lo que les pasa y tiendan a actuar de manera inmediata. Por lo general SIENTEN alguna molestia, fastidio, o incomodidad y REACCIONAN ante esas sensaciones sin tener muy claro lo que las genera.
Si bien la ansiedad es parte de la vida, es importante tener en cuenta que los niños tienen menos recursos emocionales para lidiar con las emociones en genreal y la ansiedad es una de ellas. Es mucho más complejo para ellos procesarla y comprender las razones detrás de lo que sienten.
Cuando los niños sienten ansiedad reaccionan con diferentes síntomas que serán nuestros indicadores de que algo está pasando: chupar las mangas de su ropa, comer más de la cuenta, morderse las uñas, meterse cosas a la boca, mostrarse más inquietos y/o menos atentos en distintos momentos, presentar retrocesos en el control de esfínteres, alguna alergia en la piel o dificultades para dormir, son algunas de las muchas otras posibles manifestaciones de ansiedad y esto aplica tanto para niños como para adultos.
Algunas estrategias que pueden ser útiles para acompañar y contener a los niños a transitar por períodos de mucha ansiedad pueden ser:
- Ayudarlos/as a comprender las razones detrás de esa ansiedad que están sintiendo y sobre todo ayudarlos a poner en palabras esa emoción. Por ejemplo, podemos ayudarlos a enterder lo que están sintiendo si decimos en voz alta: “Me parece que en este tiempo puedes estar extrañando muchas cosas que ahora son diferentes, como ir a tu colegio, ver a tus amigos, o divertirte en los juegos del parque… Estamos todos pasando un tiempo muy difícil y esto nos tiene a todos preocupados y extrañando…”.
- Asociar con ellos los síntomas que están manifestando con la emoción que pueden estar viviendo. Para esto podemos ayudarlos poniendo en palabran mensajes como: “A veces, cuando estamos preocupados, o nerviosos, o extrañamos mucho, no nos damos cuenta y nos dan ganas de modernos las uñas, o queremos comer más de lo normal, o nos cuesta un poco quedarnos dormidos por las noches, o estar atentos, o nos salen alergias, etc.” (todo esto va a depender de cuál sea el síntoma o manifestación de ansiedad que estén presentando). Va a ser de gran ayuda para los niños poder asociar que lo que vienen haciendo puede estar relacionado a cómo se están sintiendo.
- Tratar de encontrar la asociación del síntoma con la emoción cada vez que aparezca y para esto se le pueden decir cosas como: “me he dado cuenta que en estos días te estás chupando mucho más las mangas de la ropa y eso pasa cuando algo te tiene nerviosa o preocupada. ¿No será que estás preocupada por el abuelo? Tal vez como escuchaste que estaba enfermo eso te tiene muy nerviosa…”.
- Finalmente, intentar siempre darle una alternativa distinta al síntoma que observamos que igual le permita calmarse y descargar esa ansiedad pero sin hacerse daño, bríndarle contención y sobre todo evitar hacerlo sentir culpable por lo que siente.
Las Pesadillas
Las dificultades para conciliar el sueño en los niños o en las pesadillas pueden estar relacionadas estrechamente con la ansiedad, ya que los sueños y las pesadillas tienen relación con la elaboración y el procesamiento de vivencias en general, información que se ha recebido durante el día, pensamientos y sentimientos que ocurren cuando los niños estan despiertos. Es por esto que en tiempos difíciles, de mucho movimiento o tensión como la llegada de un nuevo hermanito, las mudanzas, los cambios en la dinámica escolar, o eventos estresantes como la coyuntura actual las pesadillas suelen ingrementarse. Para algunos niños con mucha imaginación leer un cuento con algún personaje que de miedo, ver películas o alguna serie que pueda asustar puede ser perjudicial para la calidad de su sueño y descanso e incrementar la aparición de pesadillas.
Cuando se presenten pesadillas durante la noche lo ideal es poder acompañarlos y atenderlos. – Con calma acercanos a ellos para poder abrazarlos (si es que se dejan) a veces pueden seguir dormidos o estar muy asustados y prefieren que no los toquemos. Es importante que puedan sentir nuestra presencia y sobre todo tener paciencia. – Decirle que fue una pesadilla, que sabemos que está muy asustado pero que ya pasó, ayudarlo a calmarse diciéndole que estamos ahí y no nos iremos. – Tratar de que se vuelva a dormir más calmado y sobre todo seguro. Sin prisa y co mucha calma, procurar acompañarlo y contenerlo dando mucho cariño.
Algunas estrategias que pueden ayudar a evitar la aparición de las pesadillas: – Durante el día, tener rutinas claras y que aseguren calma.
Ayudarlos a poner en palabras lo que están sientiendo y sobre todo poder conversar sobre los temas que puedan estar generando estrés o carga a la familia en general. La información y la verdad generan mucha calma (va a ser importante medir la cantidad y calidad de información que se comparta dependiendo de la edad del niño). – Antes de dormir, procurar una rutina que transmita contención, establecer un horario que sea saludable para la edad y apuntar a que sea un momento cargado de afecto y vínculo del niño/a con sus papás. – Durante el día se pueden dibujar las pesadillas y a los personajes que aparecen en ellas, cambiar el final de las historias y hasta imaginar antídotos o soluciones diversas. Hablar de lo que estas les hacen sentir o ponerle nombre a esas emociones. – Recuerden que para los niños pequeños la magia existe y funciona, por eso preparar una pócima anti pesadillas o un spray anti mounstros hecho por mamá puede llegar a ser muy efectivo.
Entonces ¿Cuál es la mejor manera de acompañar? … Escuchando
Durante esta pandemia, los adultos nos hemos tenido que hacer emocionalmente más receptivos para poder acompañar a los niños, y la crianza es una de las tareas más retadoras que existen, sobre todo porque pone a prueba constantemente la paciencia, y eso es agotador.
Es importante hacer un esfuerzo por mantener la calma y evitar los gritos, modular el tono de voz para una saludable convivencia. En ocasiones va a ser necesario un tono de voz firme, pero ojo que esto no implica llegar a los gritos ni perder la calma.
Evitemos enseñarles que los gritos son la manera de comunicarnos. Al contrario, “no gritar” debe ser una de las reglas de oro en casa, que todos deberíamos respetar.